DESPIERTAS ENTRE EL VAHO
y en tus ojos,
mechas de oro viejo
y espigas,
en la solitaria cartografía
de la materia.
Caminas por el infinito
mar de los sueños,
donde brota la aguamiel
para los labios.
Donde se impone la cordura
de astuto navegante,
que, en ausencia de azules,
busca la verdad
de antiguas travesías.
Felipe Sérvulo