RECUERDO
(a mi abuelo)
Recuerdos de otros tiempos
que fuisteis míos,
hoy son recuerdos...
Madera vieja, techos altos encalados,
azoteas soleadas y herramientas de
orfebre con herrumbre.
Casa familiar de antaño, del pueblo
con casas blancas y bajas.
Pan, leche fresca desde el umbral.
La penumbra y aliento frío en la garganta
de habitaciones sin puertas.
Y en el salón oscuro, la vieja toda enlutada
sentada en la mecedora.
Su reloj se había parado, sólo un susurro al hablar
y las profundas arrugas de la cara.
—¡anda a jugar al taller!
Taller familiar con olor a pino que se
moría en el olvido.
Para mi, todo un mundo a descubrir.
Pajarillos enjaulados y virutas en el suelo
de un ataúd que pudieron ser. Y la escalera
de piedra enmohecida que nunca supe a qué conducía.
Yo quería reencarnarme en ese hombre y
sentirme parte de mi imaginación.
Porque yo siempre estaba solo, ¿solo?
Era un niño igual que yo el que me acompañaba en mi
silencio
vivido que encerraba aquella casa. Es el hombre mismo
hecho conmigo «el que camina a mi lado sin yo verlo».
Salzburg, 21 de octubre de 2005
Enrique Adrados Maestre