LA TENIENTE JUANITA GUTIÉRREZ
El cielo suelta su racimo, tejiendo
sobre la arena que cosecha el mar,
el silencio y ya no existes.
Nadie te vio partir,
sólo la carpintería del agua,
de golpe en golpe asistió al funeral de tus pies
y tragó, mordiendo, el océano tu esqueleto.
Bajo la imaginación carbonífera de la noche,
entre el humo de las oscuras chozas,
pláñido busca tu ausencia y se despide
el pueblo con su soliloquio
y luego se duerme.
Con tu sonoridad de muerta
agitas el reposo de todo lo inmóvil,
como el agua que pierde la dentadura en la roca
y se marcha con su ejército cantando.
Elías Letelier