POEMA DE HOJAS SECAS
Otoño ceniciento y quebradizo,
otoño de calor desalentado,
me traes la rendición del sol plomizo;
augurio de un ocaso adelantado.
Otoño de asechanzas y temores,
la muerte va cantándote en las hojas
caídas, desplomados ruiseñores,
que erguido en tu rigor del cielo arrojas.
Lamentos de un verano moribundo
te pueblan marchitándose en la aurora,
con gritos de dolor y adiós rotundo,
con voz de soledad triste y sonora.
Otoño que me trepas por el alma,
de parra son tus manos hojas secas.
Tus ojos de ataúd dictan en calma
miradas funerariamente huecas.
Tu baile de cadáveres marchitos,
de pájaros sin nido, de rastrojos,
sujeto está al vigor de antiguos ritos
que habrán de retirarte de mis ojos.
Y habrás de claudicar ante la vida,
pasado ya el invierno, en primavera.
Cantando llegará la prometida
venganza de los brotes de la higuera.
Diego Jerez