PAÑUELOS DE PAPEL
felices los normales, esos seres extraños,
los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho,
un hijo delincuente,
una casa en ninguna parte,
una enfermedad desconocida
ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR
el chichi
les echaba migas de pan y granos de arroz a las palomas.
sus gatos esperaban en el alféizar de la ventana.
cuando las palomas se acercaban a picotear,
los gatos saltaban a por ellas
y se las comían enteras, plumas incluidas.
cuando los gatos estaban tan gordos
que ya no podían saltar desde el alféizar de la ventana,
el chichi,
con la misma hacha
con la que su madre quiso matar al maestro de la escuela tras su llegada
de cuba, honesto batalón rodríguez, que era natural de cudillero,
fijó su residencia en gijón, donando al ayuntamiento fondos
para la fundación que lleva su nombre y que proporcionaba educación
a niños necesitados.,
les cortaba el pescuezo.
¡hey, hombre!, me dice cuando me ve por la calle. ¡hey,
hombre!,
y me ofrece un paquete de kleenex por el módico precio de mi
voluntad,
y entonces recuerdo algo
que todos, o casi todos, parecemos haber olvidado:
que los pañuelos de papel también sirven
para secarse
las lágrimas.
David González