LA PAZ
La paz proviene siempre de una mano
insensiblemente.
Proviene de la mano del amor en la mirada,
cuando florece un ramillete de sonrisas
en el espejo cristalino de la amistad
y se añora cuando se ausenta para siempre de la vista
en una despedida interminable.
La paz proviene siempre de la mano de la luz del sol
insensiblemente.
Es un halo de esplendor radiante,
cuando te envuelve el calor de la alegría
que irradia la mirada del día
y se añora insensiblemente,
cuando te sofoca su ausencia
en las sombras de la noche,
cuando las estrellas te clavan fríamente la mirada
y te aprietan fuertemente el corazón
con su lazo de tinieblas.
Entonces deja un reguero violento
de guijarros puntiagudos
y una lágrima rota que se desliza
y nunca acaba de caer
y una quemadura violenta en el alma
que nunca cura
y nunca saja
y nunca acaba de angustiar
y nunca acaba violentamente de sangrar
y nunca,
nunca,
nunca acaba de morir.
Carlos Etxeba
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