Qué harás en esta noche, me pregunto
mirando el cielo, frío
como nunca recuerdes.
Escudriñando todas las estrellas
para no confundirlas
con lo que te imaginas.
Me dueles como parte de mi sangre
porque sé , que a partir
de esta primera noche,
te sentirás pequeño,
desamparado
—en la cabal extensión de la palabra—
queriendo perforar cada silencio,
contando los minutos
para intentar beber un alba
que quizás ya no llegue.
Mazatlán, enero de 2004
Bernardo Bersabé