DESTINACIÓN
Qué golpe milagroso calló sobre el destino
y ató nuestros senderos en pálidos dolores,
qué rayo de tu voz dejó muertos colores
perdiendo sus silencios al borde del camino.
Quizás se fue la edad en cada remolino
y toda salvación perdió sus resplandores
y fuimos noche ciega quemando sus temores,
bebiendo nuestra sed en sangre y luz de vino.
Mujer de gruta pura, dolor de mis sentidos,
no sé si la mañana vistió su desencanto
o fueron las raíces que el sol nos marchitaba.
No sé si en tu pincel huyeron los latidos
y todas las estrellas tardaron con su manto
negándote el amor que lejos yo te daba.
Benjamín León