DISTINTA A LA PALABRA
No te esperaba, Muerte,
porque te había esperado tanto, tanto,
que cuando tú llegaste
ya te había olvidado.
No te esperaba, Muerte,
porque tú eras mi objeto más pensado,
y cuando apareciste,
no logré oír tu paso.
No te esperaba, Muerte,
porque tú eras palabra acostumbrada,
y cuando te acercaste,
no sentí tu llegada.
No te esperaba, Muerte,
y al sentir tu verdad inesperada,
después de conocerte,
eras toda distinta a la palabra.
Beatriz Villacañas