ANDAMOS NUESTRO ALIENTO
Esta poesía, caminante, jamás puede morir
porque latía ya en los pretéritos del tiempo,
se cernía en los albores de los génesis
y se manifestó en el curso de las aguas
para tornar y hallarse en el eco que perdura
donde nada y todo forman el uno primigenio,
donde en el mal y el bien la mente no varía
y hallándose repleta, está vacía.
Y en esta hora que andamos nuestro aliento
por la vertiente torva que mueve nuestras sombras,
cuando igual que siempre el mundo se hace mole de divisas y poderes
donde el iluso pretende comerciar el centro de la vida,
entonces, amigo, peregrino solo que hollas el tramonte de los días,
emigrante de oriente y del poniente,
allegados de la nieve y media luna,
transeúntes todos del sol y de los hielos,
es el momento de elevarse a cantar
melodías de alegría
que espanten a los túrbidos espíritus
que inundan las conciencias corrompidas,
es el instante de andar los bosques luminosos
que cierren vuestras distancias y la mía.
Podrán aislar nuestros cuerpos del mañana
y olvidarlos en tumbas escogidas,
mas ni aun así cesará esta semilla inacabable
que a cada instante renace hueste de sí misma.
Por tanto, gente de paso, compañeros todos,
proclamémoslo a la noche como al día,
sea este nuestro oficio de armonías
en esta tierra de estancia que nos mira.
Amado Lumbela