CARTAGENA DE INDIAS
La ciudad heroica, la desolada señora
De la mar,
ya se muda, esperando la hora de una aurora
que nunca ha de llegar.
Sus santuarios vacíos y sus muros desiertos
Llenos están
Con los ecos inciertos de los pasos de los muertos
Que en largas procesiones desfilando van.
Desde sus vetustos caserones señoriales
De carcomidos escudos, hasta los herbosos paredones conventuales, todos están mudos
Mudos cual las doncellas que enfloraron los balcones
En las viejas tardes de carnaval;
Mudos cual los garzones que envueltos en sus pendones
Cayeron para no levantarse más.
Y aunque las campanas en las torres temblorosas
Claman, claman, dan y dan, nadie al bronco llamamiento de sus voces quejumbrosas
Nadie al hondo grito de la madre dolorosa
Acudirá jamas
Rotos para siempre los escudos,
los muertos siguen mudos.
Agosto, 1915
Abraham Zacarías López Penha