RELIQUIAS
Tías siempre observadas
por aquel laberinto de retratos,
con sus piernas de pájaro enredadas
en ovillos de lanas de colores.
Un camafeo guarda los cabellos
que el afán de la muerte ha desteñido.
Tias con manchas grises en las manos
que minuciosamente multiplican
de cojines sus cuartos numerosos,
adormilados en la neftalina.
Tías de labios rojos,
que duermen vigiladas por bandejas de plata.
A todos nos alcanzan sus bufandas eternas,
que esperan un invierno que no llega.
Piedad Bonnett