333 PALOMAS DE LA PAZ
De pronto las brumas rosadas, las densas brumas corpulentas,
desprendieron palomas blancas de sus garras: dientes con alas,
que en los aires formaron la dentadura del cielo.
Entonces vimos a los dentistas nucleares blandir sus alicates
de uranio y disparar, y llover las palomas dentales
sobre el prado luminoso de lava y zafiros.
El aullido vibrante del cielo hizo parir las vírgenes,
y nuestros rostros conocieron la caída de la sangre celeste
y el fruto de la guerra.
Óscar Hahn