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BALADA DEL POLICÍA Y EL SOLDADO

Soldado trajiamarillo,
policía de azul dril;
mano ciega, sordo brillo,
palo y fusil.
Sobre las calles desnudas,
fosca noche sin luceros
envuelve dos sombras rudas
de ojos fieros.
El fusil, acero malo,
chilla, si la luz le da;
sobre las piedras, el palo
gruñe: ¡tra, tra!
(El soldado fue tornero;
el policía, zapatero).
Ah, soldado, mi soldado,
¿cómo has podido escapar?
¡Los torneros que te buscan
pronto te van a encontrar!
Policía,
¿a dónde has ido a parar?
¡Los zapateros preguntan
por tu fiero delantal!
Pasos en la calle oscura
donde la pareja está.
Grita el fusil con voz dura:
—¡Alto! ¿Quién va?
—Va un tornero,
que anda tras su compañero;
vengo porque hablarte quiero...
—No es tornero, que es soldado
chilla el fusil sin compás,
y después escupe airado:
—¡Eche pa'trás!
Pasos en la calle oscura
donde la pareja está.
Grita el palo con voz dura:
—¡Alto! ¿Quién va?
—Zapatero,
aquí está tu compañero;
vengo, porque hablarte quiero...
Pero el palo chilla fiero:
—¡Tome! ¡Tome! ¡Tome y tome!
Avise si quiere más;
tumbe por ahí y no embrome.
¡Eche pa'trás!
Silencio. Pero después
de la noche cuelga un canto
como una luna de hiel:
«Torneros, mucho cuidado.
que ahora es soldado el tornero;
soldado de cuerpo entero
y con los ojos vendados.
¡Zapatero, policía,
mira que se hace de día
y estás de uniforme nuevo!»

autógrafo

Nicolás Guillén


«Cantos para soldados y sones para turistas» (1937)

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