BALADA DE SIMÓN CARABALLO
Canta Simón:
—¡Ay, yo tuve una casita
y una mujer!
Yo,
negro Simón Caraballo,
y hoy no tengo qué comer.
La mujer murió de parto,
la casa se m’enredó:
Yo,
negro Simón Caraballo,
ni toco, ni bebo, ni bailo,
ni casi sé ya quién soy.
Yo,
negro Simón Caraballo,
ahora duermo en un portal;
mi almohada está en un ladrillo,
mi cama en el suelo está.
La sarna me come en vida,
el reuma me amarra el pie;
luna fría por la noche,
madrugada sin café.
¡No sé qué hacer con mis brazos,
pero encontraré qué hacer:
yo,
negro Simón Caraballo,
tengo los puños cerrados,
tengo los puños cerrados,
¡y necesito comer!
—¡Simón, que allá viene el guardia
con su caballo de espadas!
(Simón se queda callado).
—¡Simón, que allá viene el guardia
con sus espuelas de lata!
(Simón se queda callado).
—¡Simón, que allá viene el guardia
con su palo y su revólver,
y con el odio en la cara,
porque ya te oyó cantar
y te va a dar por la espalda,
cantador de sones viejos,
marido de tu guitarra...!
(Simón se queda callado).
Llega un guardia de bigotes,
serio y grande, grande y serio,
jinete en un penco al trote.
—¡Simón Caraballo, preso!
(Pero Simón no responde,
porque Simón está muerto).
Nicolás Guillén