CARTA DE UN DESTERRADO
Perdóname el desvarío:
yo no quiero más envío
que un pedacito de río.
Yo no sé de cuál; de aquél
retozón y bailarín
donde mojaba mi lápiz
cuando quería escribir
una carta cariñosa
y preciosa para ti.
«Yo no quiero más envío
que un pedacito de río».
Yo no sé de cuál; de aquél
anchuroso y tenebroso
donde aprendí lo severo
de la vida, lo más hondo,
lo que sólo ve el sentido,
lo que nunca ven los ojos.
«Yo no quiero más envío
que un pedacito de río.»
Y dile a mis compañeros
que no necesito nada.
Que tengo amor, carne, queso,
legumbres y noches largas;
que tengo un cielo de gloria
y una tierra muy alzada;
que me sobran las revistas,
los libros y hasta las cartas;
que si me agobian las penas,
miro las del otro, y paran.
Mas esto, sí... lo repito,
es una cosa sagrada:
«Yo no quiero más envío
que un pedacito de río.»
Yo no sé de cuál; mandadme
del azul, del amaranto,
del inquieto, del suave,
del que va derecho al salto,
del que regatea y burla,
del que es angosto o es ancho.
Perdóname el desvarío:
quiero un pedazo de río.
José Moreno Villa