OIGO
A veces oigo los pétalos
de la rosa dando en tierra;
tan tirante es el silencio;
tan en aviso está el alma.
A veces oigo la fuga
de la luna en su viraje;
tan grande es la soledad;
tan tenso vive el espíritu.
A veces oigo la arena
del Tiempo caer en mí;
me levanto, me paseo,
toco la estampa o el libro,
miro la luz de la lámpara,
me froto las tibias manos
y me siento lentamente
a ver cómo la de arriba
está casi toda abajo.
José Moreno Villa