NO TE PUDE SALVAR DE NUESTRA MUERTE
No te pude salvar de nuestra muerte.
(Padre, no eras tú sólo el que moría).
No te pude salvar de la agonía,
desvelado mi sueño por tenerte.
Cómo quiso mi brazo retenerte,
con qué fuerza mi mano te ceñía,
pero el garfio incisivo se prendía
a tu carne mortal para perderte.
Nada pudo mi voz. Nada mi llanto.
Nada el sordo clamor de mis hermanos.
Nada pudo mi madre, ni su mano
que cogiendo tu diestra ya en huida,
sintió todo el pavor, todo el espanto,
vivió toda tu muerte ya crecida.
Miguel Moreno Monroy