EN EL PEREGRINAR DEL PEREGRINO
(A un poeta que empieza)
Ni senda más estrecha, ni camino
más áspero, ni esfuerzo rudo tanto
como el que emprendes, siervo del encanto
falaz que oculta el trágico destino.
No huyas, empero, del dolor divino.
Nada vale la vida en que no hay llanto.
Es el vía-crucis de dolor lo santo
en el peregrinar del peregrino.
Cree con amor, con fe invencible ama.
Pon toda en la Belleza tu alma absorta.
Vive y muere por ella, que es tu dama.
Llegar, ¡quién piensa! Caminar importa,
sin que se extinga la divina llama
del arte largo en nuestra vida corta.
Manuel Machado