DON MIGUEL DE MAÑARA VICENTELO DE LECA
Rosa y laurel simbólicos, que aquí plantó Mañara,
cantan su doble triunfo, su gloria dicen clara.
Habla la hermosa rosa de lo que amó y mató.
Dice noches de amores, heridas y placeres
—las canciones que hacía él para las mujeres—,
y evoca —roja y tibia— la sangre que vertió.
El laurel solemniza su puesta gloriosa
más allá de este mundo. La santa y religiosa
fundación de esta Casa. Dice la Caridad...
las horas de añoranza y de recogimiento,
la elegancia suprema del arrepentimiento,
y el último combate, ¡y la inmortalidad!
Sevilla, «La Caridad», 1904.
Manuel Machado