ANTOLÓGICA
(Pablo el secretario)
¡Qué dulce la sonrisa de su boca!
¡Qué dulce el llanto de sus ojos!
Rompiendo ayer en gemebundas quejas,
Posó las sienes en mis hombros.
Por sus rojas mejillas,
incontenibles lágrimas rodaron
en repentina lluvia.
Yo con mis besos enjugué su llanto.
—¿Por qué, la dije, lágrimas y quejas?
—Temo el olvido, las mudanzas temo,
que vosotros los hombres
¡Ay! no sabéis cumplir los juramentos.
Manuel González Prada