RONDEL
Felicidad, felicidad soñada,
yo perseguí tus luminosas huellas,
y el rayo divisé de tu mirada
entre la oscura, terrenal morada
y el piélago sin fin de las estrellas.
Oí la tierna voz de tu suspiro,
y en próximo celaje de beldad,
te vi mecer el armonioso giro.
Felicidad.
A detenerte dirigí la mano;
mas te perdiste en el azul lejano;
que así te acercas, huyes de repente,
y burlas a la pobre Humanidad,
¡oh sempiterno engaño de la mente,
Felicidad!
Manuel González Prada