SON PASOS EN PERDIDO
(Todo al Misterio)
Personaje: el muerto que suena.
El hondo sueño consintió en sí al ardiente ensueño al que la vigilia fuerte no da cabido. Mas él mismo, violento, el Ensueño, aflictivo me despertó se temió a sí mismo y a morar en mi sueño ya no
quiso. Súbito me despertó, puso fin al dormir que le dio morada y a nueva ribera de la vigilia me desplazó. Mas palabras que soñé oír, oí dichas, al punto de
despertar, ciertamente las oí mas las oí de mí mismo, creyendo oírlas de Lalia. Pudo el ardor del Ensueño hacerme oír palabras soñadas, y su
agitación resonando aún bajo vigilia pudo hacerme oír despierto lo que al propio tiempo yo oía soñando, despierto para el decir, dormido aún para el oír.
Y así oí de mí mismo como ajeno, como soñando esas palabras que es cierto pronuncié, y eran las palabras sin las cuales el ensueño y su aflicción de nada me noticiaran, palabras con las que no hubiera acertado yo sin ese
instante de resonancia del ensueño en la vigilia, imposible que se logró una vez por aquel ardoroso ensueño que pudo dividir mi Ser en nada y ser y estarme a un tiempo donde los anhelos hacen el Mundo (sueño) y también donde el Mundo
hace lo que no queremos, en la Vigilia.
Es que también ocurría en aquel ensueño que yo veía y a par no veía a una mujer cuya presencia tras un amplio y alto cortinado yo conocía por un sentido que no era de la común sensorialidad, ni por una deducción, y que mi
vista más bien negaba y que por frágil tono de mi sensación del repercutir de una presencia, a veces parecíame presencia de Lalia, a veces presencia de Armida.
Una de vosotras, una u otra, que tanto bien de compañía me son...
Es que también tuve una vez ensueño de una penumbra que
por instantes mostraba y recogía un perfil animado que llamaba a
mi memoria, que por líneas o moción discreta todo mi
pasado hacía agolparse a reconocerla.
Macedonio Fernández