A LA SEÑORITA DOÑA MANUELA GARCÉS DE MARCILLA, HIJA DE MI AMIGO EL EXCMO. SR. BARÓN DE ANDILLA
¿Qué puedo decirte yo,
Si ya, ¡aymé! sobre la testa
De tu mísero tocayo
Más nieve que en el Moncayo
Cayó?
Mil donceles hallarás
Que te consagren sus liras;
Mas sin dientes y sin muelas,
¡Yo idilios, yo cantinelas!...
¡Helas!
Ya Apolo me desahució,
Y a la orden me resigno
(Aunque me muera de tedio)
Que de quitarme de en medio
Me dio.
Si un día con interés
Las tres Gracias me miraron,
¡Huyendo de mis desastres
Me han privado de sus lastres
Las tres!
Aquel tiempo ya pasó
En que el raudal de Hipocrene,
Que hoy me seca cierzo insano,
Bajo mi fecunda mano
Manó.
Perdí ya el estro y la fe
Con que a toda linda moza
De Jerez o de Cascante,
De Madrid o de Alicante
Canté.
¿Qué he de cantar, ¡santo Dios!
Cuando inveterado reuma
Me arranca gritos ingratos
Y el pulmón entre ululatos
La tos?
Por dicha en un dos por tres,
Padre de tan linda joya,
Tú mi pobreza resarces
Con poéticos engarces,
Garcés.
De mí no se diga, no:
«Ese jubilado vate
Quiso hacer un nuevo ensayo,
Y al salir de su desmayo...
¡Mayó!»
No obstante, ángel del Edén
Eres para mí, Manuela,
Y muy digna, en mi dictamen,
De que todos, todos te amen,
¡Amén!
Manuel Bretón de los Herreros