EL SECRETO
Como el niño que se ha quedado solo
desde aquel día en que, temblando entre lo oscuro,
sintió latir su corazón más alto cada vez,
con un latido firme y posesor que era una rama en donde estaba ahorcándose.
Y desde entonces comprendió que la riqueza es como un campanario donde aún resuena por la noche el miedo que la hizo edificar,
y se hizo terco y embestidor como un hormiga que creciera hasta hacerse del tamaño del llanto,
y se hizo dulce como un caballo ciego arrodillado junto al mar,
y se fue esclareciendo lentamente igual que la pregunta en los labios del juez,
porque se sabe edificado sobre el miedo,
porque sabe que no existe poder alguno donde se pueda el hombre endurecer y concentrar tanto como en el miedo,
y porque siente que lleva, aún, sobre los hombros, protegiéndole,
el cadáver ahorcado de aquel niño a quien, quizás, un día le creció demasiado el corazón.
Luis Rosales