PARÍS SIN EL ESTEREOSCOPIO
recuerdas el que vivía antes en el piso de arriba y echó a su hija de casa y se oían los gritos y luego él
tiró sus muñecas al patio porque ella todavía conservaba sus muñecas y allí estuvieron entre toda
aquella basura y las miramos que no se movían y ya no se oían los gritos hasta que se hizo de noche y luego el portero
debió de recogerlas a la mañana siguiente algunas sin brazos
las estuvimos mirando toda la tarde mientras iban perdiendo forma hasta que oscureció y no pudimos verlas y luego cuando me
desperté a medianoche pensé «ya no queda nadie para vigilarlas»
Leopoldo María Panero