EL PAÑUELO
A Javier de Viana
Poco a poco, adquiriendo otra hermosura,
Aquel ciclo infantil de primavera
Se puso negro, cual si lo invadiera
Una sugestión lánguida y oscura.
Tenía algo de parque la espesura
Del bosque, y en la pálida ribera,
Padecia la tarde cual si fuera
Algún ser fraternal en desventura.
Como las alas de un alción herido,
Los remos de la barca sin consuelo
Azotaron el piélago dormido.
Cayó la noche, y entre el mar y el cielo,
Quedó por mucho tiempo suspendido
El silencioso adiós de tu pañuelo.
Leopoldo Lugones