I
No son días azules,
pero el mar nos asalta en carretera,
acercando sus olas
marciales, escoradas,
como soldados viejos a la orilla.
También como un orgasmo.
Sobre los parabrisas
se ven barcas con nombres de mujeres,
haciéndose el amor en la bahía
y haciéndose a la mar.
No es el día 18.
Lo arrancamos por fin del calendario,
y esta lluvia, tranquilo de verano,
se nos llena de un humo parecido
al cigarro que a veces te gusta compartir,
para amarme despacio,
para seguir más tarde acariciándome.
No es el día 18.
Un joven con mirada del dragón
nos sube las maletas hasta el décimo piso,
dejándonos al lado de este cielo dudoso,
al que le duele el cuerpo
de tantas nubes grises y tormentas
que gruñen como tú cuando te beso.
El mar será mañana, al despertarnos,
una sábana fría, caída por el suelo.
Luis García Montero