XVI
...madrigal...
Ojos míos cargados
que me miráis con ira
al terminar la fiesta.
Detenido,
con la impaciencia con que apunta un alma,
me fijáis al instante
de alguna decisión,
a la presencia extraña, descarnada,
de otra necesidad
y de otro cuerpo,
mientras pasáis silbando por las sienes.
Habéis amado mucho, ya lo sé,
pero como quien va dejando cien testigos,
cien sueños de una noche, cien rastros diferentes
de la misma pasión, más dócil con el tiempo,
legendaria.
Noches de rock, sin prisa, a las afueras,
y un patio oscuro donde maduran los deseos,
donde las cazadoras de cuero se confunden
al olor de la vida.
Recuerdos convertidos en fiestas de guardar.
Una historia sin crédito en el día,
y sobre todo un mundo mucho menos
marginal que sus versos,
me convocáis aquí.
El mundo que ponéis en el espejo,
ojos míos, cargados.
Luis García Montero