LA RATA
Sopla el viento en las narices de la arcilla
y la arcilla se enciende...
Luego sopla la Muerte en las narices de la arcilla
y la arcilla se apaga.
Todos los días ocurren estas cosas
y no hay más remedio que hablar
del ocurrir vulgar y rutinario.
Uno quisiera ser original
y descubrir otros sucesos...
Pero nada sucede.
Nunca sucede nada nuevo en el Mundo, Señor Arcipreste.
«Nil novi sub sole», usted lo ha dicho.
Y el hombre no puede hacer otra cosa
que consignar este ocurrir vulgar y rutinario
y decir una vez más:
Sopla el viento en las narices de la arcilla
y la arcilla se enciende,
luego sopla la Muerte en las narices de la arcilla
y la arcilla se apaga.
Si supiera uno siquiera quién es el Viento,
qué es la Muerte...
y de dónde ha salido esta arcilla...
Pero no sabemos nada, Señor Arcipreste.
¡Nadie sabe nada!
Y para matar el Tiempo... puesto que no hay nada que hacer
nos pondremos a pensar hasta dónde puede rodar una lágrima
y si esa lágrima podrá quitarle la sed a esta rata
atrapada en el cepo.
Y tampoco Señor Arcipreste,
puede uno sentirse original al decir
que uno es más desgraciado que la rata atrapada en el cepo;
porque desde el comienzo del mundo, el Hombre
es sencillamente eso, Señor Arcipreste,
una rata atrapada en el cepo.
León Felipe