NADIE PUEDE DESCANSAR
¿Para qué nos sentamos? Nadie puede
descansar. Dime: ¿para
qué hacemos alto o fuego en el camino?
¿Descansa alguna vez esta materia?
Una acción implacable nos sostiene.
No hay sosiego. Golpea sobre el yunque
del corazón la sangre. Una paloma
cansada pero en vuelo sin reposo
va y viene por el aire que se quema
en nuestro pecho Ciegas sacudidas
nos invaden arenas interiores
y fabrican substancias accionantes
en secreciones, pálpitos o lágrimas.
Una eclosión de rosas sumergidas
no cesa por las ramas que nos pueblan
y el cosmos de las sombras encefálicas
en planificaciones medulares
simultanea sus febriles órdenes.
Ni tú ni yo logramos un segundo
de reposo. No busques el remanso
para esta vida o este amor o esta
concentración de espasmos o de sueños.
Jamás podremos nunca
contemplar las gacelas de la noche
desde la quieta luna de la calma.
Locos vuelan
los astros que supones tan serenos
Tú y yo somos los astros. No otra cosa
que su eterna substancia en fuerza activa.
Nadie descansa nunca. Estás cansada,
lo sé. Y tu cansancio
me duele como mío.
Pero nunca seremos otra cosa.
Leopoldo de Luis