SEGISMUNDO
A Manuel Mantero
Nos soñamos la vida; nos hacemos
la vida sueño a sueño. Levantamos
de nuestra noche muros, edificios
descorazonadoramente humanos.
Torres de pena, tapias de amargura,
habitaciones de silencio y llanto,
sonoros corredores de esperanza,
terrazas donde el gozo trae sus pájaros.
Por heridas paredes sube a trozos
su deseada hiedra el entusiasmo,
como clara pintura que quisiese
cubrir el esqueleto del andamio.
Por rampas de ventura precipita
su deshelada nieve el desencanto
como vía de agua que quisiera
echar a pique el barco.
De la alegría al desaliento hacemos
camino de ida y vuelta a cada paso.
Monótona escalera recorrida
absurdamente tramo a tramo.
La muerte al pecho de los sueños lanza
todos los días sus disparos.
El hombre alienta, aunque vacila,
y en el corazón muestra los impactos.
Por una tierra en guerra vamos siempre:
de vida a muerte por los campos
que sólo en sueño descubrimos pero
que sólo en sueño abandonamos.
Fábulas tristes, verdaderas fábulas
alegres que nos vamos inventando
y somos a la vez autor, intérprete,
traspunte, atrezzo y escenario.
Soñamos que nosotros mismos somos
y que tomamos parte de un diálogo,
pero no escucha nadie nuestras voces
y de pura verdad el cuento es falso.
Estoy soñando lo que me rodea.
Tú también eres sueño entre mis brazos;
un dulce sueño que me acuna y pone
la irrealidad más verdadera, al cabo.
Nos soñamos la vida en tanto lentamente
va haciendo el tiempo sus estragos
y al despertar es cuando comprendemos
que era la realidad lo que soñábamos.
Leopoldo de Luis