CROQUIS LUGAREÑO
La rústica plazuela del poblacho
parece bostezar. —Una muchacha,
que porta una batea,
va pregonando: —¡Camarones frescos!
Sobrio silencio campesino. Apenas
surge la esqueletosa
fatalidad de un buey... Sobrio silencio,
y un gallinazo en una empalizada.
Gelatinoso el mar, el horizonte
de un invernal cariz panza de burro,
y en el poblacho, cantarina y pura,
la voz alegre: —¡Camarones frescos!
Luis Carlos López