SONETO CLVI
Orfeo enamorado que tañía
Por la perdida Ninfa que buscaba,
En el Orco implacable donde estaba,
Con la arpa, y con la voz la enternecía.
La rueda de Ixión no se movía,
Ningún atormentado se quejaba;
Las penas de los otros ablandaba,
Y todas las de todos él sentía.
El son pudo obligar de tal manera,
Que en dulce galardón de lo cantado,
Los infernales Reyes condolidos,
Le mandaron volver su compañera,
Y volviola a perder el desdichado;
Con que fueron entrambos los perdidos.
Luís de Camões