SOURINOMO
Como rosadas flechas de aljabas de oro
Vuelan los bambúes finos flamencos,
Poblando de graznidos el bosque mudo,
Rompiendo de la atmósfera los níveos velos.
El disco anaranjado del Sol poniente
Que sube tras la copa de arbusto seco,
Finge un nimbo de oro que se desprende
Del cráneo amarfilado de un bonzo yerto.
Y las ramas erguidas de los juncales
Cabecean al borde de los riachuelos,
Como el soplo del aura sobre la playa
Los mástiles sin velas de esquifes viejos.
Julián del Casal