TRES DONES
Duerme la niña una a una
Horas de sueño profundo,
Mientras se mueve su cuna
Sobre el abismo del mundo.
Indecisa
Vaga en sus labios de rosa
Blanda risa.
—¿Quién vela con su presencia
La paz de su frente hermosa?
—La inocencia.
—¿Por qué tu faz juvenil
Tiñe con suave pincel
La púrpura con que Abril
Pinta el botón del clavel?
Dulce encanto,
¡Por qué bajas esos ojos
Que amo tanto!
¿Será desdén?... ¿Será amor?
¿Tristeza?... ¿Celos?... ¿Antojos?
—Es pudor.
—Ya eres madre. ¡Dulce instante!
—Madre soy. ¡Dicha anhelada!
—¿Qué ignoras?...
—¡Ah!... sé bastante,
—¿Qué temes?
—No temo nada.
—Mucho niegas,
Que el mundo pérfido enciende
Ansias ciegas,
Y es frágil la juventud.
—Contra el mundo me defiende
La virtud.
José Selgas y Carrasco