LA DALIA
«La dalia es hermosa, cantaban las aves,
Volando ligeras en torno a la flor:
La flor ocultaba sus hojas suaves,
Temblando inocente de casto pudor.
»¿Qué tiene la esquiva, las aves decían,
Que guarda su cáliz del sol celestial?»
Y más afanosas sus alas batían,
Y más se ocultaba la flor virginal.
Las aves dijeron: —«¿Te causa congojas
El vuelo oficioso del aura sutil?»
La flor por respuesta cerró más sus hojas,
Doblando impaciente su tallo gentil.
Huyeron las aves, y tímida y pura
Abrió muy despacio sus hojas la flor:
Fecunda brillaba su casta hermosura.
¡Oh brillo fecundo del casto pudor!
Noviembre, 1849
José Selgas y Carrasco