MARGINAL
Una crónica inicia el episodio de un aventurero desengañado de sus correrías y lastimado por la pobreza. No había alcanzado ninguna presea en medio de los sobresaltos del campamento. Supo acaso la destitución de un rey y su cautiverio de casi tres decenios sin otra compañía sino la de su enano.
El aventurero interrumpe la crítica de las rapsodias homéricas en el original griego, único solaz de su decadencia, para abrazar en vano la empresa de soltarlo. El cautivo había sido un déspota soberbio y se le acusaba de haber lanzado su jauría al encuentro de un obispo solícito.
El aventurero volvía de una guerra con los infieles en las praderas del Danubio. Sentado sobre un tambor de piel de asno, ocuparía el desvelo de las noches de alarma en recoger de un bizantino prófugo las noticias del idioma vibrante. Debió de recrear el carácter desabrido en las vicisitudes de la Ilíada y de esa misma escena puede escogerse el símbolo del buitre, enemigo de los moribundos, con el objeto de significar el estrago de su voluntad empedernida.
José Antonio Ramos Sucre