HESPERIA
El sacerdote refiere los acontecimientos prehistóricos. Describe un continente regido por monarcas iniciados, de ínfulas venerables y tiaras suntuosas, y cómo provocaron el cataclismo en donde se perdieron, alzados contra los númenes invulnerables.
El sacerdote se confesó heredero de la sabiduría aciaga, recogida y atesorada por él mismo y los de su casta.
Infería golpes al rostro de las panteras frenéticas. Afrontaba la autoridad de los leones y percudía su corona. Captaba, desde su observatorio, las centellas del cielo por medio de un mecanismo de hierro.
Se ocupó de facilitar mi viaje de retorno. Su galera de veinte remos por banda surcaba, al son de un pífano, el golfo de las verdes olas.
Volví al seno de los míos, a celebrar con ellos la ceremonia de una separación perdurable.
La belleza de la mañana aguzaba el sentimiento de la partida.
Debía seguir el consejo del sacerdote interesado en mi felicidad, fijándome, para siempre, en la península de la primavera asidua.
José Antonio Ramos Sucre