XXVIII
Te conocí, porque al mirar la huella
de tu pie en el sendero,
me dolió el corazón que me pisaste.
Corrí loco; busqué por todo el día,
como un perro sin amo.
...¡Te habías ido ya! Y tu pie pisaba
mi corazón, en un huir sin término,
cual si él fuera el camino
que te llevaba para siempre...
Juan Ramón Jiménez