ABRIL
(A Ramón de Basterra)
Riegan nuestro jardín. Huele a violetas
aún. En el renovado laurel, el gorrión inicia
la Marsellesa.
¡Oh, qué delicia,
amigo, ser poetas
y esperar, como a un dios, a abril florido!
¡Trueque de almas y de cielos!
En los huevos del nido
del corazón, a la serena luz templada,
sentimos un moverse de polluelos,
entre un olor a lirio apetecido
y a rosa deseada.
¡Corazón perenal, laurel sin nombre, blando
sol del alma:
Viva la hora venidera!
... Bajo el arco que, afuera,
nos pone el agua azul de primavera,
la nidada, por dentro, está piando.
Juan Ramón Jiménez