¡Mañana de primavera!
Vino ella a besarme, cuando
una alondra mañanera
subió del surco, cantando:
«¡Mañana de primavera!»
Le hable de una mariposa
blanca que vi en el sendero;
y ella, dándome una rosa,
me dijo: «¡Cuánto te quiero!
¡No sabes lo que te quiero!»
¡Guardaba en sus labios rojos
tantos besos para mi!
Yo le besaba los ojos...
«¡Mis ojos son para ti;
tu, para mis labios rojos!»
El cielo de primavera
era azul de paz y olvido...
Una alondra mañanera
canto en el huerto aún dormido.
Luz y cristal su voz era
en el surco removido...
¡Mañana de primavera!
Juan Ramón Jiménez