TRES VECES DESPERTAR
1
Por las mañanas, recién despierto,
cuando ya una luz pálida de no haber desayunado
aventura su inmensa curiosidad en la alcoba
y tú eres aún sobre todo
ovillo de calor, desnudo imán de sueños,
me permito
un minuto para adorarte.
2
A veces, al despertar a tu lado
estoy seguro de que ciertos «buenos días»
podrían curar el cáncer, la ceguera y la lepra.
Y deseo entonces desesperadamente
ser también yo capaz de saludar así
a lo recién creado.
3
Entreabre el alba ventanas en la piel.
Yazgo junto a ti. Sé que no conseguiré recordar lo que hemos
soñado esta noche. No hay calor comparable al de un cuerpo
vivo.
Pero el ojo, el ojo desecándose querría... una niebla carmesí,
una lluvia de oro, al menos un avivamiento de la noche...
querría poder olvidar los poros de sarcástica nitidez
que perforan a todos y cada uno de los seres de este mundo.
El sol arranca de los cuerpos una música sin cobijo. Duermes,
pero asediada por la claridad. Yo ya sé que la prueba de este día
consistirá en engolfarse
en la estremecida vigilia de la realidad.
Jorge Riechmann
Incluido en La estación vacía, publicado por http://www.catedramdelibes.com/.