Graciosos ojuelos
de dulce mirar,
dejadme sentir,
dejadme llorar.
Si en vos, ojos bellos,
el Amor está
tirando mil flechas
con acierto tal
que a mí todas vienen,
todas, a parar,
dejadme sentir,
dejadme llorar.
Si el mísero pecho
se siente abrasar
en ciegos cuidados,
sin poder hallar
aun por breve alivio
una vez piedad,
dejadme sentir,
dejadme llorar.
Si aun soy castigado
por querer mirar
las niñas divinas
que causan mi mal,
ni basta a excusarme
mi fino adorar,
dejadme sentir,
dejadme llorar.
Ay, lindos ojuelos,
si en tanto penar
me tenéis, usando
de injusta piedad
con aquel dichoso
que os ha de gozar,
dejadme sentir,
dejadme llorar.
Juan Meléndez Valdés
Incluido en Biblioteca Virtual Cervantes.