anterior   aleatorio / random   autor / author   inicio / home   siguiente / next

LA LIBERTAD
(TRADUCCIÓN DE METASTASIO)
A LICE

Merced a tus traiciones
al fin respiro, Lice;
al fin de un infelice
el cielo hubo piedad.

Ya rotas las prisiones,
libre está el alma mía;
no sueño, no, este día
mi dulce libertad.

Cesó la antigua llama,
y tranquilo y exento
ni aun un despique siento
do se disfrace amor.

No el rostro se me inflama
si oigo tal vez nombrarte;
el pecho no al mirarte
palpita de temor.

Duermo en paz y no creo
tu imagen ver presente,
ni al despertar la mente
se empieza en ti a gozar.

Lejos de ti me veo,
y quieto estoy de grado,
que nada en mí ha quedado,
ni gusto ni pesar.

Si hablo en tus perfecciones,
no enternecerme siento;
si mis delirios cuento,
ni aun indignarme sé.

Delante te me pones,
y ya no estoy turbado;
en paz con mi engañado
rival de ti hablaré.

Mírame en rostro fiero,
háblame en faz humana:
tu altanería es vana,
y es vano tu favor;

que en mí el mandar primero
perdió tu hablar divino;
tus ojos no el camino
saben del corazón.

Lo que me place o enfada,
si estoy alegre o triste,
no en ser tu don consiste,
ni culpa tuya es;

que ya sin ti me agrada
el prado y selva hojosa;
toda estancia enojosa
me cansa aunque allí estés.

Mira si soy sincero:
aún me pareces bella,
pero no, Lice, aquella
que parangón no ha;

y, no por verdadero
te ofenda, algún defecto
noto en tu lindo aspecto,
que tuve por beldad.

Al romper las cadenas,
dígolo sonrojado,
mi corazón llagado
romper se vio y morir;

mas por salir de penas
y de opresión librarse,
en fin, por rescatarse
¡qué no es dado sufrir!

El colorín trabado
tal vez en blanda liga,
la pluma en su fatiga
deja por escapar;

mas presto matizado
se ve de pluma nueva,
ni, cauto con tal prueba,
le tornan a engañar.

Sé que aún no crees extinto
aquel mi ardor primero
porque callar no quiero
y de él hablando estó;

sólo el natal instinto
me aguija a hacerlo, Lice,
con que cualquiera dice
los riesgos que sufrió.

Pasadas iras cuento
tras tanto ensayo fiero.
De la herida el guerrero
muestra así la señal;

así muestra contento
cautivo que de penas
escapó, las cadenas
que arrastró por su mal.

Hablo, mas sólo hablando
satisfacerme curo;
hablo, mas no procuro
que crédito me des.

Hablo, mas no demando
si apruebas mis razones;
si a hablar de mí te pones,
que tan tranquila estés.

Yo pierdo una inconstante,
tú un corazón sincero;
yo no sé cuál primero
se deba consolar.

Sé que un tan fiel amante
no le hallarás, traidora;
mas otra engañadora
bien fácil es de hallar.

autógrafo
Juan Meléndez Valdés


Letrillas

enlace Versión manuscrito
facsímil Poesías inéditas de Cadahalso. Mss. 3.804. Biblioteca Nacional

poema aleatorio   siguiente / next   anterior / previous   aumentar tamaño letra / font size increase   reducir tamaño letra / font size decrease

Incluido en Biblioteca Virtual Cervantes.