PALABRAS DE AMISTAD A EDUARDO CARRANZA
Años hace que estreché tu mano
grande y varonil, como es costumbre
entre hombres que viven rectamente.
Simiente de la buena, desde entonces
nuestra amistad ha ido echando hueso,
multiplicándose en la tierra
que tú y yo, campesinos, conocemos
de tan grave manera.
Este importante siglo nos ha visto
con tu batalla tú, yo con la mía;
pero en tu casa para mí seguía
de par en par la puerta, el alma abierta
y el mantel oloroso a olivos de Levante.
Tu poema —qué digo— un ángel franco
nacía entre las cosas familiares:
el vino, el pan, el fuego, la belleza;
y era como volver a las haciendas
del páramo
o como recobrar de un solo trago
mi destino rural.
Un ancho y fuerte y verdadero día
quedaba entre nosotros para siempre...
Hace mil años justos que nos dimos
la mano en las cocinas ancestrales.
Jorge Gaitán Durán