POR LA SOMBRA DEL VALLE
No había astros. Pasaron
Extrañas alas blancas
Por el cielo invencible.
Creyó que lo invocaban
Y a los dioses pidió
Conocer la mañana.
Quiso un mundo que fuera
Como fuga de pájaros.
Vagaba todavía
La noche por los cerros.
Nadie le respondía
Y lloró su destierro.
Era Adán. Era el miedo
Inmemorial: la muerte.
La soledad. El tigre
Del tiempo contra el hombre.
Bajo sus pies yacía
Un imperio sin nombre:
Bizancio, Roma, Nínive
Y Grecia confundidos.
Sintió correr un río
Por la sombra del valle.
En la orilla un venado
Bebía. Era el día.
Tuvo el verde la dulce
Densidad del silencio.
Escuchó un bello canto
Y lo nombró: Alondra.
Su dicha matutina
Inventó los veranos.
Ardió el sol en la tierra.
Y se supo inmortal.
Jorge Gaitán Durán