MUNDO EN CLARO
I
¡Ah!
De pronto, sin querer,
Heme aquí, ¡No soy fantasma!
Hallándome voy en una
Vaguedad que se declara,
Una especie de indolencia
Donde estoy. ¡Yo! Pulpa cálida
A oscuras se apelotona.
Del silencio se levantan
Murmullos: silencio... mío.
Entre nieblas, entre sábanas
Permanece elemental
Una convicción. Se entraña
Mi ser en, mi ser. Yo soy.
Yo, yo: somnolencia grata.
¡Cuánta dulzura en seguir,
E perseverar! El alma,
Veladora, siempre erguida
Sobre el sueño, me acompaña
Sin presentarse a través
De mi olvido. ¡Bien!
Lejana
Bajo el último sopor
Aun lejano, la mirada
Columbra, recuerda. ¡Bulto
Soñoliento! Sí, descansa,
Como siempre. Perfección
De la vida cotidiana:
Aquí estás. Sin voluntad,
Yacente — de tan salvada,
Abandonas tu candor
Indefenso a la campaña
Nocturna de las estrellas,
Pendientes sobre la almohada.
Estas horas que no saben
De tu dormir, solitarias,
Mas tan dulcemente adictas
A tu reposo, te alzan
A un nivel tan serenado,
Tan firme, de tal bonanza
Que entre lo oscuro y las cosas
Pone amor.
Y se congracia
La respiración —hay paz
Tuya en la noche estrellada—
Con el latido del orbe,
A quien sin embargo alcanza
La soledad vigilante,
Pacificadora , sabia .
Tu pulso, mientras, insiste,
A los astros acompasa.
Por las sienes, por el pecho
De continuo palpitada,
Una paciencia animal
Se infunde en lo oscuro. ¡Calma!
Al corazón no le oigo.
Pero toda mi esperanza
Cae bajo el poderío
De ese tic tac que no para
De fundir lo más real
Con su compás, con su magia.
¡Sueño activo!
¡Qué de estrellas
Siempre en torno, desveladas!
Jorge Guillén