LA VOCACIÓN
Cada minuto viene tan repleto
que su fuerza no pasa,
y aunque el reloj sujeto,
no se humilla a su tasa
justa, no se disuelve en un discreto
suspiro. Por debajo
de un más sensible sin cesar Presente,
cada minuto siente
que seduce una voz a su trabajo.
—Dame tu amor, tu lento amor, detente.
Jorge Guillén