ANILLO
IV
¡Gloria de dos! —sin que la dicha estorbe
Su repliegue hacia el resto de lo oscuro.
En torno de la almohada ronda el orbe,
Vive la flor sobre el papel del muro.
Un cansancio común se comunica
Por el tendido cuerpo con el alma,
Que se tiende también a solas rica,
Ya en posesión de aquella doble calma.
¡Es un reposo de tan dulce peso,
Que con tanta molicie, cae, cede,
Se hunde, profundiza el embeleso
De dos destinos en la misma sede!
Hombres hay que destrozan en barullo
Tristísimo su voz y sus entrañas.
Sin embargo... ¿No escuchas el arrullo
Reparador delaire entre las cañas?
¡El aire! Vendaval o viento o brisa,
Resonando o callando, siempre existe
Su santa desnudez ¿No la divisa
Con los ojos de un dios hasta el más triste?
Jorge Guillén